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La Oposición se Organiza

<u><b>La Oposición se Organiza</b></u>      El desarrollo propició el bienestar de la matoría de la sociedad en los últimos años del franquismo. Pero al mismo tiempo surgió una conflictividad múltiple. La universidad española vivió en permanente protesta desde 1964, denunciando la carencia de legitimidad democrática del franquismo, a la que éste respondió con la represión policial y judicial. Las huelgas obreras, prohibidas y duramente reprimidas, se hicieron cotidianas. Por último, el nacionalismo, especialmente perseguido duante toda la dictadura, emergió de nuevo, en especial en el País Vasco. En 1959 se creó ETA, cuya acción terrorista se multiplicó rápidamente. Sectores importantes de la Iglesia Católica manifestaron su disconformidad con la falta de libertades. La relevancia de la oposición democrática se puso de manifiesto en la reunión que tuvo lugar en Munich (República Federal Alemana) en 1962 entre personalidades de la oposición del interior y del exilio. Demócratas-cristianos, socialistas, nacionalistas, republicanos y monárquicos liberales, condenaron el franquismo. Este reaccionó violentamente montando una campaña de despretigio y de injurias contra los participantes desde la prensa, monopolizada por el égimen, y recurrió a las tradicionales manifestaciones de apoyo a Franco.     Todos estos conflictos ponían de manifiesto el fracaso del Régimen. Algunos sectores de la sociedad española reclamaban un cambio hacia formas más libres y democráticas.

     El Régimen, incapaz de aceptar este echo, respondió con la represión: creación de tribunales especiales para delitos políticos (el Tribunal de Orden P´blico), duras condenas, numerosos cierres de las universidades, y la declaración de estados de excepción. El progreso no se acompañaba de la liberalización política.

     A pesar de los años transcurridos, el sistema político del franquismo continuaba incompleto. Con esta finalidad se aprobó en 1966 la Ley Orgánica del Estado. Esta ley calificaba al régimen político español como una democracia orgánica, en la que la representación popular no la ejercian los individuos sino los "órganos" (familia, municipio y sindicato). Realmente era una parodia de democracia, a pesar de que se incorporaron a las Cortes un centenar de representantes de la familia con carácter electivo, pero con enormes dificultades para discrepar. Además, cualquier ley que aprobaran las cortes no podía contravenir los Principios del Movimiento Nacional. La Ley Orgánica del Estado identificaba por completo éste con el partido único (el Movimiento Nacional).

     Quedaba pendiente un tema de singular importancia: La suceción de Franco, que se acercaba ya a los 70 años. Había que decidir quién sería el Rey que asumiera la nueva monarquía, heredera del franquismo y sus principios. Franco había descartado a Don Juan de Borbón por su postura democrática, lo que le hizo inclinarse, a partir de 1960, hacia el príncipe Juan Carlos, hijo de Don Juan. La designación tuvo que esperar hasta 1969, cuando el General tenía 76 años. Este echo marca el inicio de la etapa final y del declive de la dictadura. Los franquistas se dividieron entre los defensores del inmovilismo a ultranza, los "ultras", y los que preconizaban tímidas transformaciones para adecuar el Régimen a las nuevas realidades. En este enfrentamiento acabó imponiéndose el sector más conservador. Franco defendió hasta el final la idea de que lo esencial del Régimen debía permanecer inalterable incluso despues de su muerte.

     En 1969 se intridujo una novedad importante en el funcionamiento del sistema: Franco delegó la jefatura del gobierno, lo que significaba el inicio de la cesión de poderes o la constatación de su acelerado envejecimiento. La elección de las personas que ocuparon este puesto no dejó lugar a dudas sobre sus inclinaciones continuitistas. El almirante Carrero Blanco, un hombre duro y de fidelidad probada desde 1940, fue nombrado vicepresidente del gobierno en 1969, y presidente en 1973.

     Un hecho, ocurrido tambien en 1969, contribuyó al deterioro del Régimen. Diversas personalidades vinculadas al Opu Dei se vieron implicadas en un escándalo financiero, a resultas del cual fueron detenidas y procesadas. Fue el denominado "Caso Matesa". Dos ministros, miembros del Opus Dei, estaban gravemente implicado. Era un caso evidente de corrución. Franco reaccionó ignorando el tema. Pero éste hizo correr ríos de tinta en la prensa, sobre todo en la oficial del Movimiento, ya que una parte del gobierno vio la ocasión para despretigiar al Opus Dei. La solución del dictador fue salomónica: los ministros implicados en el escándalo y los que lo habían propagado dejaron el gobierno.

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