El Franquismo y la II guerra Mundial

Durante la entrevista entre Franco y Hitler en Hendaya, 1940, se decidió la neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial
En política exterior, la inclinación del nuevo régimen hacia las potencias del Eje (Alemania e Italia), manifestada durante la contienda civil, se evidenció aún más al acabar ésta: firma de un tratado de amistad cn la Alemania nazi, abandono de la Sociedad de Naciones, adhesión al pacto anti-Komin-tern (acuerdo de los regímenes fascistas contra la Unión Soviética), etc.
Los primeros años estuvieron marcados por la actitud de España ante la Segunda Guerra Mundial, que había estallado el 1 de septiembre de 1939. Como era lógico, España estuvo al lado de las potencis del Eje, que habían apoyado al ejército vencedor durante la Segunda Guerra Mundial. Las causas de esta neutralidad fueron varias.
En primer lugar, se necesitaba un largo periodo de paz para que el país se recuperara de las graves pérdidas sufridas durante la Guerra Civil.
En segundo lugar, Hitler no demostró demasiado interés en la participación española, sobre todo, cuando el gobierno español manifestó las condiciones económicas y militares para su intervención, que Alemania consideró desmesuradas. A partir de entonces, Franco mantuvo una postura de amistad con los nazis y de aplazamiento de la desición de intervenir, como le indicó directamente a Hitler en la reunión de Hendaya, en octubre de 1940.
En tercer lugar, la amenaza del bloqueo del tráfico marítimo por parte del Reino Unido, para cortar el suministro de alimentos, y de restricciones en el suministro de petróleo por parte de los Estados Unidos, si España no mantenía la neutralidad.
A partir de junio de 1941, Franco pudo contentar a los nazis sin perjudicar las relaciones con las potencias occidentales (Reino Unido y Estados Unidos): el ataque alemán a la Unión soviética fue apoyado a los pocos días con el envío de un pequeño ejército voluntario, que participaría en la "guerra contra el comunismo". Fue la Denominada División Azul, nombre procedente del color del uniforme de la Falange Española, el partido de corte fascista creado por Jose Antonio Primo de Rivera. El contingente de tropas fue limitado, unos 18.000 hombres, que permanecieron en la Unión Soviética hasta 1944. No obstante, los aliados occidentales manifestaron su malestar. La diplomacia española intentó tranquilizarlos con la teoría de las dos guerras: una, la del Eje con el mundo occidental, en la que el gobierno español mantenía su neutralidad, y otra la lucha contra el comunismo, en la que no podía ser neutral.
A partir de 1943, y coincidiendo con la caída de Mussolini, Franco retornó a una nuetralidad más estricta, que se puso de manifiesto, por un lado, en el retorno de la División Azul y, por otro, en la aceptación de una serie de condiciones solicitadas por los Aliados, que suponían un conjunto de límites a las relaciones con Alemania. El "Caudillo", nombre que había adoptado Franco a imitación de el "Duce" (Musolinni) o el "Führer" (Hitler), multiplicó las declaraciones acerca de su posición de neutralidad, viendo cercano el desenlace desfavorable para Alemania.
Sin embargo, este viraje de última hora no iba a evitar lo que fue siempre el auténtico problema del Régimen: la carencia de legitimidad democrática. Sobre todo, en una Europa occidental que, en 1945, había derrotado a las dictaduras fascistas, consolidando sistemas políticos basados en el liberalismo y el pluralismo ideológico.
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